Jesús no necesita pasaporte palestino: Navidad, historia y el verdadero mensaje de paz
Por Velko Marusic
Cada Navidad, millones de personas alrededor del mundo celebran el nacimiento de Jesús en Belén, recordando un mensaje de esperanza, amor y redención. Sin embargo, en tiempos recientes, esta celebración también ha sido utilizada como una herramienta política, tergiversando la figura de Jesús para encajarla en narrativas contemporáneas. En particular, la idea de un "Jesús palestino" ha ganado notoriedad, creando dudas en muchos sobre su verdadera identidad histórica y espiritual.
Este anacronismo no solo pone en tela de juicio los fundamentos históricos de la vida de Jesús, sino que también sirve para fomentar divisiones políticas en lugar de unidad, alejando a las personas del mensaje real que debería inspirar la Navidad.
1. Jesús en su contexto histórico
Jesús nació en Belén, en Judea, durante la ocupación romana. Su identidad era profundamente judía: creció en una familia judía, celebró las festividades judías, y predicó desde una base religiosa que se enraizaba en las Escrituras Hebreas. En ese momento, el término "Palestina" no existía; fue acuñado por los romanos en el siglo II d.C., mucho después de su muerte, como una estrategia para borrar la identidad judía tras la revuelta de Bar Kojba.
El contexto histórico de Jesús no tiene relación con la moderna identidad palestina, que comenzó a desarrollarse siglos después, particularmente tras la conquista musulmana en el siglo VII, la ocupación otomana (1516-1917) y, finalmente, el Mandato Británico (1917-1948). Este anacronismo, por tanto, es un intento de reinterpretar el pasado para servir a agendas políticas contemporáneas.
2. Navidad y la politización de Jesús
En el contexto actual del conflicto israelí-palestino, algunas narrativas han presentado a Jesús como un "palestino oprimido," buscando asociarlo con la lucha moderna del pueblo palestino. Esta afirmación no solo es históricamente incorrecta, sino que también utiliza la figura de Jesús para dividir en lugar de unir.
Este uso político de la Navidad plantea dudas sobre la autenticidad del mensaje de paz que representa esta festividad. Al distorsionar la figura de Jesús, se corre el riesgo de alienar a quienes buscan en él un mensaje de reconciliación y esperanza, no de conflicto.
3. El verdadero mensaje de Navidad
La Navidad nos recuerda el nacimiento de un hombre cuyo mensaje trasciende las divisiones políticas y culturales. Jesús no fue un líder político ni un revolucionario en el sentido moderno. Aunque vivió bajo la ocupación romana, su respuesta no fue la resistencia armada, sino una revolución espiritual que llamaba a amar al prójimo, incluso a los enemigos.
En Mateo 5:9, Jesús proclama:
"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios".
Su mensaje no estaba dirigido a un grupo étnico o político en particular, sino a toda la humanidad. La Navidad, por tanto, celebra este mensaje de unidad y reconciliación, una invitación a superar las barreras que nos dividen.
4. ¿Cómo actuaría Jesús en la actualidad?
En un mundo dividido por conflictos, como el israelí-palestino, Jesús probablemente llamaría a la reconciliación, no a la polarización. No se aliaría con una causa política, sino que buscaría sanar las heridas de ambos lados. Su enfoque sería el amor, el perdón y la justicia, recordándonos que la verdadera paz no se logra con violencia ni ideologías, sino con corazones transformados.
5. Conclusión: Navidad sin fronteras
La Navidad nos invita a recordar que Jesús no pertenece a ninguna nación ni causa política. Proyectarlo como un "palestino revolucionario" no solo es un error histórico, sino que también diluye su mensaje universal. Jesús no necesita un pasaporte ni una bandera. Su mensaje de paz, amor y reconciliación sigue siendo un faro en medio de las divisiones humanas.
La Navidad es una oportunidad para dejar de lado las etiquetas y reconocer que el mensaje de Jesús trasciende el tiempo y las fronteras. No importa si vivimos en Belén, en Palestina, o en cualquier otro rincón del mundo: su llamado sigue siendo el mismo. Ama, perdona y trabaja por la paz. En este espíritu, celebremos la Navidad no como una herramienta política, sino como una invitación a construir un mundo más unido y en armonía.
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